29 julio 2020
Queridos míos:
Estoy en las montañas. Arriba donde el aire es cristalino y no favorece una actividad rigurosa. El ambiente es tranquilo en la forma en que son tranquilas las ciudades… no hay cláxones ni sirenas ni sopladores de hojas ni vecinos ocupados, pero está lejos de ser silencioso. El viento corre a través de los pinos y hay un montón de pájaros gritándose unos a otros. Anoche vimos un gran oso negro agazapado al lado de la carretera y esta mañana había ciervos orgullosos de sus cuernas (o tal vez eran alces) vislumbrados a través de los árboles. Las ardillas están en todas partes, ocupadas haciendo lo que sea que hacen las ardillas y cuando llegamos había un par de águilas calvas volando sobre el lago. Incluso he logrado encontrar tiempo para atrapar un par de truchas.
Estoy bien, verdaderamente bendecido. Hoy incluso también me doy cuenta de esto. Darse cuenta es el regalo definitivo. Proporciona perspectiva y la perspectiva proporciona espacio
En momentos como estos, la gratitud surge tan inevitablemente como la salida del sol. El Universo está en perfecto orden. Las enfermedades continúan, los conflictos personales continúan, dificultades de todo tipo continúan y sin embargo la Paz permanece.
Ojalá os encuentre ahora.
Con amor,
Wayne