Enero 30 2018
Queridos míos:
La promesa de una verdad absoluta nos arrastra. Una verdad absoluta ofrece seguridad. Una verdad absoluta ofrece certeza, la certeza es el punto de conexión y la certeza es lo que nos engancha. Es sólido, algo a lo que podemos agarrarnos y hacia lo que orientarnos.
En cuanto empezamos a cuestionar, rápidamente las cosas se vuelven turbias. Perdemos el rumbo. Los principios morales entran en juego. ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo?. Pronto empieza a cuestionarse hasta la propia noción de nosotros mismos ¿Quién soy yo? ¿soy responsable? ¿soy una victima?
¿Qué herramienta podemos usar para medirnos a nosotros mismos? ¿Cuál es el parámetro para establecer nuestra identidad? ¿Soy todo? ¿Soy nada?
Algo en ti empieza a gritar. El dolor de no saber es insufrible. De modo que te agarras con fuerza al ideal glorioso más cercano y lo abrazas contra tu pecho. Finalmente “sabéis”. ¡Qué gusto! ¡Qué alivio!. El viaje ha terminado y puedes descansar. Construir un templo.
Esta enseñanza Viva del Advaita está ahí para los pocos que aún “no saben”. Un refugio temporal. Un lugar para compartir la incomodidad de la incertidumbre. Aquí la ignorancia es la única virtud. La verdad está más allá del saber.
¡Ojalá os encontréis ahora!
con amor
Wayne